viernes, 15 de octubre de 2010

cuento el pequeño planeta perdido

Nubia huertas
Feder Paz

EL PEQUEÑO PLANETA PERDIDO
Ziraldo (Escritor Brasilero)


Esta lectura nos llamo mucho la atención porque narra una historia fantástica mesclada con realidad que nos lleva a viajar con la imaginación, entonces es sentir las emociones que él astronauta siente estando en medio de la nada caminando por un lugar completamente desolado sin montañas ni rios, totalmente desconocido sin observar nada a su alrededor, cuando él se siente tan solo y desesperado, cuando nos introducimos en la historia alcanzamos a sentir esa angustia de sentirse tan solo e indefenso sin encontrar a nadie a quien expresarle esos sentimientos de soledad.
También nos pareció esplendida la parte en que todo lo expresado por el astronauta es escuchado en la tierra,
Es algo loco y fantástico, que la única forma de poder tranquilizar a los habitantes de la tierra fue enviándole un cohete con mucha comida, bueno esa parte ya había tranquilizado un poco a nuestro amigo el astronauta, también le enviaron música televisión por tanto la calma fue vida por un buen tiempo, hasta que un buen día  de tranquilidad nuevamente se escucho al solitario astronauta entonando una canción con una bellísima letra pero en su entonada voz se le escuchaba muy triste  y melancólica toda la humanidad conmovida sin saber qué hacer para ayudar a este solitario y perdido astronauta, imaginamos que su novia rosa al escuchar sus lamentos se dirigió a donde se encontraban los científicos para haber que podía hacer por él, uno de ellos pregunto si ella sabia volar sin pensarlo dos veces le arreglaron un cohete color rosa y lo enviaron para que se encontrara con su amor llegándole de sorpresa, todo el mundo estaba a la expectativa de el viaje de rosa y del maravilloso encuentro con su amor que se encontraba desolado y triste. En la imaginación de cada uno se cree que fue un encuentro extraordinario ya que nunca más se volvieron a escuchar quejas, lamentos, llantos ni reclamo alguno y como en los cuentos fantásticos que fueron felices por siempre y desde entonces en el espacio solo hay estrellas y silencio.
Esta historia fantástica nos deja una gran enseñanza y es que por medio de la lectura y con una imaginación velos también podemos dar la vuelta al mundo en cuestión de segundos.


EL PEQUEÑO PLANETA PERDIDO

Ziraldo (Escritor Brasilero)




Era un planeta tan distante pero tan distante que el combustible se terminó cuando el cohete por fin llegó a su destino. Y era un planeta pequeño ubicado en medio del espacio no se sabe en qué galaxia ni en qué constelación.

El astronauta caminó por todo el planeta y dio la vuelta al mundo en menos de ochenta pasos (es que el planeta no tenía ni río, ni mar ni montañas). Y viéndose tan solo el astronauta gritó: "¡Socorro!"

Y nadie sabe por qué nebulosa razón su voz recorrió de vuelta el camino de la astronave. Y en toda la Tierra de punta a punta se lo oyó gritar: “¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Quién soy?”

Fue un susto general sin ninguna explicación: aquí, tan lejos, en la Tierra todo el mundo escuchaba lo que él decía solito allá en el espacio como si hubiera un potente servicio de altoparlantes (de parque de diversiones) con el micrófono instalado en el planeta del astronauta. Si él se ponía a llorar toda la Tierra lo oía (un fenómeno de frecuencia o, tal vez, de sintonía).

Y los científicos de la Tierra también se sintieron perdidos, todos estaban reunidos para hallar una solución: "¿Qué podemos hacer?". Traer al astronauta de vuelta no se podía, pero dejarlo morir de hambre tampoco quedaba bien.

Como las computadoras sabían – de memoria – la ruta de la astronave perdida, los científicos le mandaron de regalo al astronauta un cohete con mucha comida para el hambre de cada día.

Y todos aquí en la Tierra pudieron dormir de nuevo con el silencio de la noche. Sólo muy rara vez se despertaban un ratito con los ruidos que, desde el espacio, llegaban de vez en cuando. Pero volvían a dormirse tranquilos y contentos cuando inmediatamente oían la voz del astronauta que decía en un tono muy delicado: "¡Disculpen!" (porque era muy educado).

"¡Mándenle música!” habló con voz salvadora el dueño de una grabadora. “Manden discos, video-clips, cintas, cassetttes, canciones, manden radios, tocadiscos, grabadores, televisores.”

“Pero envíenle también un par de auriculares”, agregó enseguida un previsor. “¡Por si no nos llega a gustar su programación!"

Y mandaron un cohete colosal cargado de canciones (todas las canciones del mundo) con auriculares exclusivos adaptables al oído del solitario astronauta. Y una vez más se hizo un silencio total. Y todos pudieron continuar sin correr grandes peligros (oyendo sólo lo que querían los fabricantes de discos).

Un largo tiempo pasó hasta que un día, otra vez toda la Tierra se despertó al oír, desde muy lejos, cantada con voz nostálgica y sin acompañamiento una canción muy linda, tan linda que parecía tener todas las canciones del mundo en sus suaves acordes. Y la canción decía así:
Tan solo, tan solo
sin nadie...
El que parte
lleva el recuerdo
de alguien.
Y el recuerdo es cruel
cuando existe amor.
Siento un dolor en mi pecho
y evitarlo es imposible.
No puedo más.
Nadie tiene pena
de mi dolor.
Llorar, como yo lloré
nadie debe llorar.
¡Rosa, oh Rosa!
¿Cómo estás, Morena Rosa?
Con esa rosa en el cabello
y ese andar orgulloso.
¡Ay, qué nostalgia siento!
Todo el mundo quedó muy conmovido sin saber ya qué hacer para salvar al astronauta que se estaba muriendo de soledad y nostalgia. Entonces los científicos de la Oficina Espacial recibieron la visita de Rosa: "iYo soy la novia del astronauta!". Los ojitos preocupados del jefe de los científicos comenzaron a brillar y enseguida preguntó: "¿Usted sabe volar?"

Rosa, entonces, fue lanzada en un cohete color de rosa, muy bonita y arreglada, una astronauta tan linda como en el Espacio entero no se había visto todavía. Y mientras el cohete subía el jefe de los científicos le dijo a su asistente: "¿Cómo es que nuestras mentes no habían pensado en esto?" Y todo el mundo en la Tierra se puso a mirar el Espacio viendo al cohete subir con Rosa y el amor de Rosa. Esperando la llegada para oír lo que diría el astronauta al ver a su Rosa llegar así, de sorpresa.

Y entonces, la noche prevista, la Tierra entera despertó agitada y ansiosa oyendo al astronauta gritar el nombre de Rosa. “¡ROSA!”.

Hasta ese momento (vamos a decir: para siempre) nunca más se oyó al astronauta llorar, o gritar, o implorar, o vociferar, reclamar o maldecir. En el espacio hay, ahora, sólo estrellas y silencio. Pues como informó el personal de la Oficina Espacial: ”La sintonía o frecuencia del planeta perdido no permite oír susurros”.


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